Bienaventurados, “muy felices” son aquellos que están tristes por sus propios pecados y por los pecados de otros. Bienaventurados, “muy felices" son aquellos que no están contentos de sí mismos y corren al arrepentimiento según Dios. Bienaventurados, “muy felices” los que lloran por el pecado que golpea al mundo, por el dolor de los que son desobedientes y se pierden. Todos, en Cristo, recibiremos consolación. Los que lloran serán consolados por el Dios de toda consolación.