Jesús derrotó a Satanás con el poder del Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Debido a Su victoria, nosotros mismos tenemos los mismos recursos divinos para tener victoria sobre la tentación y el tentador.
Todos vamos a ser tentados de la misma manera: Satisfacer sus deseos físicos, forzar la mano del Padre, o con el placer temporal. Es nuestra decisión si nos vamos a detenernos de nosotros mismos o deteneros de Dios. Hay una recompensa gloriosa para los que resisten las tentaciones en su diario caminar.