Los pobres en espíritu son personas humildes que reconocen que son pecadoras, destituidas de la gloria de Dios. Reconocen que están en bancarrota espiritual. Los pobres en espíritu crucifican la soberbia porque reconocen que no pueden justificarse a sí mismos. Ellos ponen toda su confianza en Dios. Los pobres en espíritu siguen siendo “pobres en espíritu”; siempre dispuestos a admitir sus faltas y pedir perdón.
1 Juan 1:9 Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.