Debemos de ser mansos para poder ser felices; es una característica del verdadero seguidor de Cristo Jesús. Hay que humillarnos, pedir perdón, pedirle a Dios que nos ayude a tener esta característica de mansedumbre. Son los mansos los que serán bendecidos con toda bendición del cielo y la tierra. El fruto del espíritu es mansedumbre, hay que dejar que el Espíritu Santo controle nuestras vidas. Es en sumisión al Espíritu Santo que vamos a aprender mansedumbre.